#NFPWeek Luis y Fer: “Los planes de Dios superan por mucho los nuestros”.
- Fernanda Rodríguez y Luis Herrera
- Jul 23
- 4 min read
Updated: Jul 23

Yo, Luis, recuerdo que de niño me parecía muy extraño que mis papás solo tuvieran 3 hijos, cuando en casa de mi mamá habían sido 7 hermanos y en casa de mi papá 5. Más extraño aún me parecía el ver, por un lado cómo disfrutaban mis papás y tíos de sus grandes familias, pero por otro, todos estaban dispuestos a apostarle a formar familias más pequeñas. Muy pronto en mi adolescencia pensé que todo eso no me hacía sentido y que yo, si se pudiera, tendría una familia grande. Cuatro o seis hijos parecía un buen número para no quedarse corto. Ahora que lo veo en perspectiva, creo que fue el primer asomo de la rebeldía que más adelante se materializaría en la gran aventura familiar que juntos, Fer y yo, abrazaríamos.
Yo, Fernanda, de niña soñaba con tener mis bebés y, aunque nunca fui niñera (fui hija única), tenía un profundo deseo de tener mis propios hijos para amarlos y educarlos…
Soñaba esto como quien sueña con viajar a la luna o ser princesa, pero con el paso del tiempo esas visiones se van dejando de lado, correspondiendo más al mundo de la utopía y la imaginación.
Cuando Luis y yo nos conocimos, pasamos mucho tiempo dialogando de todo tipo de cuestiones, descubriéndonos y alineando expectativas, hasta finalmente comprometernos con apenas 23 y 22 años, a los pocos meses de noviazgo, para construir un proyecto en común.
Creo que siempre tuvimos una visión en forma de bosquejo, pero no un camino definido ni objetivos rígidos para llegar a alguna meta. Esa idea inicial de cómo construiríamos nuestra familia fue sufriendo bastantes ajustes conforme íbamos recopilando experiencias y aprendizajes de vida.
Y la palabra correcta es “sufriendo”, porque es el sufrimiento el gran maestro de amor.
Yo estudié Ciencias de la Familia, pero nada, por mucho que estudies, te prepara para el momento en que te enfrentas cara a cara con la realidad del matrimonio y de la maternidad. En cierto sentido, se entrega la vida por amor, y eso es algo que podemos compartir con Cristo crucificado.

No quiero parecer una víctima, esto es completamente voluntario y es lo que precisamente nos alcanza la realización en todos sentidos. Pero es un camino, es un proceso, no es un momento sino cada momento, es el sí de María, el Fiat constante del matrimonio lo que nos forja y nos configura cada vez más (o esa es la idea) con Jesús.
Por ejemplo, al casarnos planeábamos esperar alrededor de 3 años para concebir, sin saber que, una vez casados sentiríamos que 3 años era demasiado tiempo de espera. Nos parecía como poner una gran pausa al aprendizaje, y no nos hacía ningún sentido. Fue así como cambiamos de opinión, reajustamos y al año ya esperábamos la llegada de nuestro primer hijo.
Mi abuelo decía: “si quieres hacer reír a Dios, cuéntale tus planes.” Y esa frase me acompañaba cada vez que me paraba frente a un grupo de parejas en las pláticas prematrimoniales que en ese tiempo daba.
Creo que esa flexibilidad mental nos ayudó como pareja para crecer con cada obstáculo, cada reto, cada duelo. Y hablando de duelos, son esas pérdidas gestacionales una gran parte de la vida y de lo que somos. Nos recuerdan poner la mirada en el Cielo y nos abren el corazón, haciéndolo crecer en medio de la tristeza más grande que se puede experimentar, como un volcán cuando hace erupción.
Son esos duelos también los que nos decían al oído: Dios da y Dios quita, confía plenamente en Él. Al no tener el control de nada, la única forma de no volverse loco es sabiendo que somos sus hijos amados, y que Él se encarga de absolutamente todo. Conforme hemos ido confiando, Él amorosamente ha ido confirmando que nos acompaña en cada paso y nos ha ido revelando, poco a poco, su plan para nuestra familia.
Hemos ido aprendiendo, a veces por la buena y a veces por la mala, pero poco a poco nos hemos dejado transformar.
Ahora entendemos que el llamado al matrimonio se parece mucho más de lo que creíamos a la vida religiosa, es una entrega total.
Dios no defrauda, nos conoce a la perfección y sabe cuáles son nuestros deseos más profundos, Él sabe lo mucho que yo deseaba una vida llena de aventura y me la ha dado en mi vida familiar.
Tu vocación nunca estará peleada con tu felicidad. Son muchas las voces que ahora invitan al mal llamado “amor propio”, al individualismo, y yo he aprendido que son fruto del temor y la desconfianza. Sin embargo nosotros hemos podido ser testigos de las maravillas que suceden cuando nos dejamos amar por el Amor con mayúscula.
Juan Pablo II dijo: “Cuando al hombre se le pone como medida de todas las cosas, se convierte en esclavo de su propia finitud”. Nunca lograremos satisfacernos a nosotros mismos, en contraste, Jesús, fuente inagotable de amor, es el único que puede darnos la verdadera felicidad.
Recuerdo otra legendaria frase de aquel gran Papa a los jóvenes: “no tengan miedo de abrir las puertas de par en par a Cristo”.
La Divina Providencia no quiere decir que no planees, que no seas precavido, o que seas imprudente a la hora de tomar decisiones, solo quiere decir que vas a invitar a Dios a formar parte de tu matrimonio, así como lo acordaron aquel día de la boda. Soltar el control para permitirle trabajar en nosotros y hacernos crecer.
Nosotros, por gracia de Dios, nos hemos abierto a la vida, Él nos ha ido preparando y preguntando, es respetuoso de nuestra libertad, y sobre todo es paciente con nuestra humanidad.
Finalmente, después de casi 20 años de casados, 12 embarazos, 7 hijos con nosotros, comenzamos a sentir que entendemos de qué va todo esto. Y, al menos por mi parte, puedo decir que es más increíble de lo que soñé de niña, sobrepasa por mucho los límites de mi imaginación.
Los planes de Dios superan por mucho los nuestros y quisiéramos que más familias se dejarán guiar para encontrar así la plenitud de vida.
Fernanda Rodríguez Kane (Orientadora Familiar, M. en Altas Capacidades y Monitora de Fertilidad Natural) y
Luis Herrera (Consultor) son esposos y padres homeschoolers católicos y fundadores de Fecundus Education y Gifted & Talented.