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Don’t forget The Alamo

  • Writer: Denisse Cueto
    Denisse Cueto
  • 4 days ago
  • 3 min read

Hace unas semanas pasamos por San Antonio, Tx cuando íbamos de camino a Monterrey, en donde viven mis padres. Mientras planeábamos éstas vacaciones, nuestro hijo de casi 6to grado nos preguntó si podríamos visitar "El Álamo" para ver algo que había estudiado en sus clases.


Él Álamo, Tx.
Él Álamo, Tx.

Unos días antes vimos una película al respecto y nuestros hijos mayores trajeron a la conversación las diferentes versiones de lo que ellos recordaban de esa historia. (Fue curioso darnos cuenta de que la versión que mis hijos estudiaron en libros en inglés, no tenía mucho que ver con lo que a mí me enseñaron en español mientras estudiaba en México).


El día que pudimos visitar la Misión fue muy interesante. El recorrido fue corto, era mitad de día y había mucho sol. Pudimos leer algunas de las leyendas informativas y ver las maquetas de lo que los misioneros tenían planes de construir. Surgieron muchas preguntas de los "¿por qué?", muchas referencias a los personajes (y claro, también preguntas sobre si podían comerse ya su snack, jajaja).


De toda la exposición hubo una que me cautivó: la visita a la Sacristía. Esta parte del Fuerte era prácticamente la única que estaba terminada con piso y techo y era el lugar en donde los misioneros daban Misa.


Pudimos escuchar la historia de cómo paso de ser el lugar de encuentro con Jesús Eucaristía, para convertirse en un lugar donde guardaban provisiones y después, y más increíble aún, el lugar en donde se refugiaron mujeres y niños durante la batalla. Siendo ésta estructura la única que no sufrió derrumbes ni paredes rotas.


Al estar sentados viendo los frescos que adornaban la “capilla” no pude dejar de sorprenderme y de agradecerle al Señor de poder estar ahí, en ese lugar tan especial. Ahí se celebraron Sacramentos hace mucho tiempo, incluyendo los bautizos de aquellos primeros pobladores que quizá, al escuchar sobre las apariciones la de Virgen de Guadalupe iban a la capilla a aprender más sobre “La Morenita”. Ahí hubo personas que pintaron frescos para embellecer el espacio y ofrecer sus dones artísticos como ofrenda a Dios. ¡En ese mismo lugar en donde se catequizó a tantas personas!

No podía dejar de sentir ternura, admiración y confort al pensar que las personas hayan ido o llevado a sus seres más queridos a esa capilla para que estuvieran a salvo, para que sobrevivieran la batalla, para que Jesús mismo los protegiera.


No puedo dejar de pensar en la confianza y convicción con que aquellos pobladores vivían su fe, independientemente si fueran Católicos o no, supieron encontrar refugio en Jesús y éste no los defraudó.


La única razón por la que sabemos algo de lo mucho que pasó durante esos días es por los testimonios que esas personas salieron a compartir. Quizá los libros se enfocaron de los detalles históricos, pero para mi, una mexicana viviendo en Texas, hoy significan más.


Fue Jesús mismo y su presencia quien preservó la vida de esas personas sin hacer hincapié en las diferencias de creencias, historias, religiones, realidades económicas, y mucho menos color de piel.


Para mi y mi familia, ésta es una invitación del Espíritu Santo a seguir enfocada y priorizar nuestra cercanía a Jesús, a sus sacramentos y a seguir puntualizando lo que si tenemos en común todos los seres humanos: el Amor de Dios. A vivir celebrando las diferencias y enfatizando nuestras similitudes. A saber que en Jesús, todos somos únicos, importantes y necesarios. Y a no dejar de llevar ante el altar de cada Misa celebrada a todos nuestros seres queridos e incluso, a nuestros enemigos; a los que nos persiguen, a los que aún no saben que Cristo es nuestro refugio hoy y siempre.




Brenda Garza
Brenda Garza

Nació y creció en Monterrey, México, donde se graduó con una Licenciatura en Diseño Gráfico. Después de varios años de trabajar en una agencia de diseño, se mudó a Asturias, España para ser misionera en una comunidad de Artistas Católicos donde conoció a su esposo. Dos años después se mudaron a Puerto Rico para trabajar con la Diócesis de San Juan. Mientras estuvo en P. R., recibió capacitación en el Nivel 1 de la Catequesis del Buen Pastor. Brenda, su esposo y sus cinco hijos se mudaron a Texas en 2009 y ahí recibieron un hijo más. Desde entonces ha trabajado como asistente de Formación y Directora de Comunicaciones en parroquias de la diócesis de Fort Worth. Actualmente cursa su certificación de Nivel 3 de CBP. Le apasiona comunicar el amor de Dios a la gente y está feliz de usar sus talentos para construir el reino de Dios en la tierra.


 
 
 
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