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Mi Semana sin Redes Sociales




Esto puede sonar contradictorio dado que buena parte de mi corazón está puesto en compartir las maravillas de Dios en El Árbol Menta.


Pero siento que los tiempos que estamos viviendo nos hacen presa fácil de una excesiva inversión de nuestra vida en las redes sociales y de vez en cuando es importante hacer un alto, ¡tenemos que cuidar la paz del alma!


Además al estar tanto en la pantalla podemos perdernos las risas, la naturaleza, las miradas de nuestros esposos o nuestros pequeños y no debemos porque son un gran regalo de Dios, por eso te comparto mi experiencia al ayunar de redes por una semana.


Tenía días (o más bien semanas) batallando para concentrarme al hacer oración.

(De todas formas, no quitaba el dedo del renglón. La oración es parte fundamental de mi vida. Si no empiezo mi día encomendándome a Dios, rezando, leyendo algo inspirador, ¡simplemente no funciono!)

Me di cuenta de que algo realmente no andaba bien cuando quería ponerme en presencia del Señor y sin darme cuenta, yo sola me interrumpía a los dos minutos para "buscar algo" en mi teléfono.


Principalmente darle vuelo al scrolling en Facebook e Insta (y Amazon o Etsy...)


También empezó a saltarme a la vista cuando mis hijos o mi esposo me hablaban y me tardaba para contestarles por estar "checando algo".


¡Qué peligrosos pueden ser las redes y los smartphones para la vida espiritual y familiar!

Todos sabemos que son herramientas maravillosas, pero también causan muchos problemas de comunicación en las parejas, de falta de atención a los niños y de estrés y ansiedad para nosotros los adultos.


Es muy fácil perder el rumbo... y es lo que me estaba pasando a mi :( Así que...


Me armé de valor para hacer el reto de una semana sin entrar a mi página personal y a la de El Árbol Menta en Facebook y en Instagram.

Empecé el domingo pasado y para el día siguiente por la mañana no sabía si podría lograrlo.


(En Cuaresma usualmente reduzco el uso de redes a los momentos en que toca publicar algo en El Árbol, pero jamás había optado por un ayuno de la tecnología tan fuerte).


Para el Martes al inicio del día, ya me había liberado del FOMO, esa constante necesidad de no perderme de nada en redes sociales, había brincado la ola. Paz y tranquilidad al fin... la maravillosa sensación de nadar en un mar en calma.

A partir de ese día empecé a sentirme mucho más tranquila, más paciente, más presente en las conversaciones de mis hijos, en sus reacciones, en sus necesidades y en las pláticas con mi esposo y mis suegros que estuvieron aquí unos días de visita.


Pude retomar las lecturas completitas de la Misa Diaria a primera hora del día, me concentré más en mis libros espirituales, pude profundizar en los Ejercicios Ignacianos y sobre todo, leerle a mi bebé más cuentos a primera hora del día y jugar con mis hijos mayores o simplemente estar ahí 100% disponible para ellos.


Otro de los frutos de la semana fue que me animé a hablar de temas profundos con una persona que quiero mucho y que en general me sentí más compartida, más desprendida que de costumbre.


Y aunque la cocina no es mi fuerte, hasta me dieron ganas de buscar recetas e hicimos galletas y un pastel durante la semana.


Resolví varios temas que traía pendientes con la planeación de nuestro Homeschool, encontré los materiales que estaba buscando, después de varias semanas de indecisión y pude evaluar lo que estamos haciendo aquí en El Árbol.


¡Descubrí también música católica nueva! Me resonó una canción de Still Morning que se llama "Storm" y me llenó el corazón cantar con mi hija "Belovedness" de Sarah Kroger.


Otra cosa muy linda fue que nos súper metimos como familia en las Olimpiadas y disfrutamos muchísimo viendo las transmisiones.


Lo más hermoso de todo fue que varias veces sentí como Dios me hablaba muy bajito a través de distintos textos y acontecimientos, a través de mi familia y del gozo que se anidó en mi corazón.

Ésta semana de "break" terminó pero me dejó varios aprendizajes y te los quiero compartir por si alguna vez los necesitas (o yo los vuelvo a necesitar):

1) Por más maravillosas que sean las redes sociales cuando sigo a personas u organizaciones que aportan cosas bellas y constructivas a mi alma, es necesario (y urgente) regular el tiempo que paso frente a la pantalla. Si es necesario con horario "como los niños" (le leí esto a Homeschool Mom hace unos días y me dio risa y a la vez me hizo todo el sentido del mundo, no estamos excentos de la adicción a las pantallas).


2) Hay que insistir y persistir en la oración para poder ver nuestras áreas de oportunidad. Sólo cuando nos ponemos frente a frente con el Señor, podemos reconocer nuestros errores y ganar la fuerza para corregirlos y aprender de ellos.


3) Los niños crecen en un abrir y cerrar de ojos, las redes sociales ahí seguirán. Las publicaciones, los lives, las fotos se quedan por tiempo indefinido en internet. Hay que discernir y no tratar de abarcarlo todo o de estar en todo, porque eso nos consume demasiado tiempo y energía que podemos dedicar a nuestra familia.


4) Si tienes un apostolado en redes sociales, piensa en esto: menos es más. No se trata de llenar las redes sociales de contenidos 24/7 porque sí, sino de generar contenidos que realmente aporten, inspiren, muevan y dirijan la mirada a Jesús. Hay que dejar pequeños silencios para que quienes nos sigan puedan meditar y en ese espacio, puedan encontrarse con Dios.


En conclusión: He resuelto tomar el control. Dejarme conducir y hacer un uso más disciplinado de las redes sociales. Poner a Dios y a mi familia primero y pedirle a Él que me guíe para no caer en la tentación de descuidar mi relación con quienes amo.

(Y cuando tropiece de nuevo volveré a leer esto para recordar la paz y el balance que encontré durante mi break de redes sociales).


AMDG


Nelly Sosa nació en Monterrey y es comunicadora, esposa y mamá católica homeschooler de dos niños y un bebé que no dejan de sorprenderla todos los días. Su gozo por reencontrarse con Dios en la naturaleza en un pequeño pueblo en Pennsylvania la inspiró a compartir sobre su camino de fe en El Árbol Menta. Cree firmemente que la meditación de la Palabra de Dios, la Adoración Eucarística, el Santo Rosario y el apostolado, en los tiempos de Dios, convertirán al más escéptico. Es devota de la Divina Misericordia y de la Medalla Milagrosa.

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