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Prudencia: Cómo tomar decisiones que no tengamos que lamentar


Este post fue publicado originalmente en inglés en To Jesus, Sincerely y fue traducido y publicado en El Árbol Menta con permiso de su autor.

Todos conocemos el dolor del arrepentimiento: ese sentimiento de hundimiento en el estómago, las mejillas encendidas de la vergüenza, cero emoción y energía en las piernas y los brazos. Sucede cuando has tomado una decisión equivocada y es algo que ya no puedes cambiar. Por ejemplo, cuando te deshaces pensando una y otra vez en esas palabras que hirieron a tu querida amiga. Cuando dejaste ir la oportunidad de ver por última vez a tu abuelita antes de que falleciera.

Nuestro arrepentimiento viene con frecuencia después de actuar de forma imprudente. ¡Si tan sólo hubiéramos tomado una mejor decisión! La prudencia es una virtud que es tanto natural como sobrenatural. La practicamos con nuestro intelecto y en las decisiones que tomamos. Pero también es inspirada por Dios.

Con prudencia, podemos discernir lo que está bien y lo que está mal. La prudencia nos ayuda a identificar el mejor curso de acción en nuestra vida y a elegir la mejor forma de alcanzarlo. La prudencia guía nuestra conciencia en todas las cosas. Es una virtud muy personal y puede ser practicada en todas las áreas de nuestra vida.

Este mes, haremos oración por la prudencia y la practicaremos para poder tomar decisiones que no tengamos que lamentar.

Practica la prudencia en tu vocación

  • Discierne tu vocación particular

Ésta es un área donde no podemos decidir algo sólo porque sabemos que es racionalmente bueno. La vida religiosa (consagrada) es buena. La vida de esposos es buena. La soltería es buena. Pero Dios nos llama a cada uno de nosotros a esa vocación particular como una manera de que alcancemos la santidad. Así que necesitamos discernir cuál es mejor para nuestro bien. Cuál camino de vida resultará en un mayor crecimiento de virtud para nosotros. Como no conocemos el futuro, esta decisión no llega a nosotros de forma natural. Debemos orar y estar abiertos a la guía de Dios, confiando en que Él nos dirigirá al camino que quiere para nosotros.

  • Vive tu vocación diariamente

Una de las cosas que más me desagradan es cuando la gente sólo habla de vocaciones particulares -esa única y grandiosa decisión para la vida- e ignora sus implicaciones prácticas en lo cotidiano. Todos estamos llamados a la santidad. Ésta es nuestra vocación diaria. Vivir cada momento con un propósito, con nuestros ojos en el cielo. Tenemos que incluir prudencia -no sólo en nuestras grandes decisiones, sino también en las decisiones pequeñas, y algunas veces triviales. Tenemos que preguntarle en la oración a Dios: "¿Qué te gustaría que yo hiciera hoy para acercarme más a Tí y darte gloria?".

Practica la prudencia en tus relaciones interpersonales

  • Discierne tus necesidades

Todos tenemos necesidades físicas, espirituales y emocionales que necesitan ser llenadas para que podamos funcionar lo mejor posible, como las personas integrales y santas que Dios nos ha llamado a ser. Sin gasolina, no podemos alcanzar nuestro potencial como imagen de Dios. Si estamos bien descansados, seremos más aptos para servir a Dios y a otros. Humildemente, discierne tus necesidades y comprométete a lograrlas.

  • Cuida de las necesidades de tu familia

Tenemos innumerables interacciones con los más cercanos a nosotros: nuestro esposo y nuestros hijos. Y con frecuencia, hacemos estas actividades sin detenernos a reflexionar en nuestros patrones de interacción. Este mes, reconecta con las necesidades de tu esposo e hijos. Aprende su lenguaje de amor. Pregúntate si les estás mostrando amor de la forma en que ellos necesitan oírlo. No disciplines o hagas de las peleas un hábito. En lugar de eso, haz uso de la prudencia para guiar a ayudar a tus hijos e involucrarte en una conversación abierta y honesta con tu esposo.

  • Pon límites con tu familia extendida

Podríamos tener una relación de amor-odio con nuestra familia extendida. De verdad queremos lo que es mejor para ellos y nos sentimos obligados a estar en contacto, lo cual algunas veces, nos parte en dos. Ellos pueden ser hostiles con tu fe, estar involucrados en patrones destructivos o tener opiniones duras sobre tí. Cuando esto sucede, nos quedamos con un mal sabor de boca. Pero no estás obligada a hacer nada que sea negativo para tí o para tu familia. Haz oración para que Dios te guíe y pon tus límites, con caridad, pero firmes.

  • Elige tus amigos sabiamente.

Mientras más tiempo pasamos con alguien, más nos hacemos como esa persona. Ten esto en mente cuando elijas a tus amigos. Es bueno tener intereses en común para crecer y hacer florecer los talentos que Dios te ha dado. Pero también es bueno tener amigos con diferentes intereses que te ayuden crecer en otras áreas. Es bueno tener amigos con creencias y convicciones similares a las tuyas para que juntos puedan apoyarse en su fe. Pero también es bueno incluir a otros con diferentes creencias, para practicar el ver a Cristo en todos -aún en aquellos que todavía no lo conocen. Pero ten cuidado de pasar mucho tiempo con personas que son hostiles a la fe, o aquellas influencias que sean una tentación para hacer algo incorrecto. Tienes que proteger tu bienestar espiritual. Se prudente, aléjate de esas relaciones que pudieran dañarte.

Practica la prudencia con tu tiempo

  • Planea cómo pasarás tu tiempo

Nuestra cultura va rapidísimo. Vamos saltando de una actividad a la siguiente hasta que caemos rendidos en la cama, exhaustos. Sufrimos de los síndromes FOMO (Fear of Missing Out, Miedo a perdernos de algo) y YOLO (You Only Live Once, Sólo se vive una vez), que nos hacen tomar cada oportunidad y llenar nuestras agendas, sacrificando hasta el último minuto de nuestro tiempo libre. Vivimos en un estado continuo de estrés y ansiedad. Da un paso hacia atrás y evalúa tu horario: ¿qué te trae paz, alegría, un propósito, o fortalece tus relaciones interpersonales? ¿Qué te roba energía y te roba la alegría? Quédate con lo que es bueno para tí y deja ir el resto.

  • Prioriza el tiempo con tu familia

Agendamos todo lo que hay bajo el sol pero, ¿reservamos tiempo para nuestra familia? Dios nos dio a nuestra familia: nuestro esposo y nuestros hijos, para ayudarnos a crecer en gracia y virtud. Ellos son nuestro camino al cielo. Crecer en santidad significa crecer en cercanía a nuestra familia. Reconoce la necesidad del tiempo en familia en tu vida y colócalo dentro de tus prioridades.

  • Evalúa tu voluntariado

¿Has escuchado sobre la culpa Católica? ¿Sí? ¿Necesito decir más sobre esto? Nos sentimos obligados a decir que sí para ayudar a otros, especialmente ayudar a las necesidades de nuestra iglesia. Pero decir "sí" a una cosa significa con frecuencia decir "no" a otra. Evita decir que sí a las cosas que te alejarán de tu vida familiar, tu llamado, tu vocación. Antes de comprometerte a algún voluntariado, tómate el tiempo de pensar en eso y preséntalo a Dios en la oración. Encuentra a qué es a lo que le estarías diciendo que "no" con la idea de hacer espacio para esta nueva actividad en tu vida. Discierne después si realizarlo es parte de la voluntad de Dios para ti y aplícalo.

  • Ten una vida social saludable

Estamos hechos para conectar con los demás. Dios nos creó como seres que necesitan hacer comunidad. Las amistades son importantes y necesarias. Necesitamos ayudar y ser ayudados unos a los otros. Asegúrate de que tienes tiempo para esas interacciones sociales y para cuidar de tus amistades. Para conectar con los demás a través de interacciones agradables. Pero todo con moderación. No te enfoques en las amistades hasta el punto de descuidar a tu familia. Y no salgas de fiesta a tal grado que no puedas levantarte para ir a Misa el domingo.

Practica la prudencia con tu planeación

  • Discierne en la oración las grandes decisiones de tu vida

Qué bueno sería tener un mapa Católico que nos guiara en las grandes decisiones. O mejor aún, mensajes personales de Dios diciéndonos "Ve a Nínive" ó "No tengas miedo de casarte con él". Pero eso probablemente no sucederá. Tenemos que hacer uso de nuestro intelecto para tomar nuestras decisiones. Aquí hay algunas decisiones que tenemos que poner delante de Dios:

  1. presupuesto

  2. trabajo y empleo

  3. casa

  4. escuela y educación

  5. tamaño de nuestra familia

  6. vocaciones

En todas nuestras grandes decisiones, debemos invertir un tiempo considerable para pensar y orar. Debemos orar por la gracia de Dios para guiar nuestros deseos.

  • Discierne en la oración las decisiones de la vida diaria

Pudiera parecer que nuestras pequeñas decisiones no tienen consecuencias y olvidamos detenernos a pensar sobre los factores que intervienen en las decisiones diarias. ¿Me estoy comprando un frapuccino sólo porque todo mundo lo hace, aunque estoy tratando de bajarle al azúcar en mi dieta? ¿Estoy yendo a un retiro sólo porque es la decisión más honorable, aunque eso signifique que dejo a mi esposo solo en casa con un recién nacido? ¿Mi tiempo en redes sociales mejora mi vida o le resta calidad? Recurre a la oración de discernimiento y moderación a la hora de tomar decisiones cotidianas como:

  1. vida de oración

  2. dieta

  3. guardarropa

  4. conversaciones

  5. 'screen time' (tiempo que pasamos en el celular o la tablet)

  6. tareas pendientes

En las pequeñas decisiones, no se trata siempre de que algo esté correcto o incorrecto. Algunas veces aún las decisiones moralmente correctas necesitan ser evaluadas. Podemos orar por prudencia para elegir entre lo que está bien, lo que es mejor y lo que nos dará el mayor beneficio.

  • Confía en tus decisiones

Hablaremos más a fondo sobre esto en un próximo reto relacionado con la fortaleza. Pero por ahora, recuerda mantenerte fuerte en las decisiones que tomes en la oración y con base en la prudencia. Lo que es lo mejor para ti es entre tú y Dios (y tu confesor). Otras personas podrían tener ideas fuertes y convincentes, pero no saben qué es lo mejor para ti. Toma todo consejo no solicitado con tus reservas. No tengas miedo de ir a donde Dios te pide que vayas y ¡avanza con fe!

Participa en el Reto:

¿Estás lista para crecer en la prudencia? ¡Vamos! Aquí está lo que debes hacer:

  1. Prepárate. Lee de nuevo este post detenidamente y reflexiona sobre lo que significa en tu vida. Imprime tus materiales y déjalos a la mano.

  2. Cada mañana, empieza el día con una oración (encuéntrala en la Guía para la Mesita de Noche).

  3. Durante el día, usa tu Guía del Refri para ayudarte a integrar la Prudencia en tu vida. Tu guía tiene recordatorios breves y algunos extras (como una oración para obtener indulgencia).

  4. Cada noche, reza el Examen Nocturno (encuéntralo en tu Guía para la Mesita de Noche). Esta es una evaluación de tu día. Incluye una oración de perdón para recomenzar, si es necesario, al día siguiente.

  5. Antes de confesarte (o una vez a la semana por lo menos), lee detenidamente el Examen de Conciencia. Reflexiona no sólo en tus pecados y fallas, sino también en cómo Dios te ha bendecido al crecer en virtud.

*Visita To Jesus, Sincerely, el blog de Sara Estabrooks, donde encontrarás meditaciones e inspiración para enriquecer tu vida de oración.

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