El Actuar de Dios en Nuestra Vida
¿Cuántas veces Dios ha hecho maravillas en nuestra vida sin que seamos capaces de verlo? ¿En cuántas ocasiones Él nos ha demostrado su amor con detalles y no hemos sabido valorarlo?
Hoy quiero hablarte sobre el pasaje de los Discípulos de Emaús (Lucas 24: 13-35), esos discípulos que iban caminando y conversando tristemente sobre la muerte de Jesús. En el momento que nuestro Señor en persona se acerca, no son capaces de reconocerlo, pero luego, sin saber quién es, lo invitan a quedarse con ellos. Cuando él toma el pan y lo bendice, de inmediato se abren sus ojos, pero Jesús desaparece en ese momento.
Nuestra vida es un constante camino de Emaús. Nosotros somos como esos discípulos y emprendemos un peregrinar, que sin saberlo, nos llevará a un encuentro personal e íntimo con Jesús. Es un peregrinar que no sabemos ni cómo ni dónde terminará, y es un peregrinar que, al igual que ellos, vivimos en comunidad.
Dios, sin que nosotros muchas veces lo notemos, siempre está en nuestra vida, pero se hace presente de una manera muy sencilla, no de forma espectacular, no nos deslumbra como muchos quisiéramos, sino que se muestra así, sencillo ante nosotros. Tal vez por esa razón muchas personas no somos capaces de verlo, pues esperamos algo maravilloso, siendo que Él no es así… Dios siempre busca mostrarse de humilde ante nosotros.
“Nosotros esperábamos que él iba a liberar a Israel, pero ya estamos en el tercer día desde que esto sucedió” (Lucas 24:21). En este versículo los discípulos hablan en pasado, ellos ESPERABAN… Se perdieron con todo lo que sucedía a su alrededor y no vieron lo que realmente estaba pasando. Como ellos, nosotros también perdemos la fe con tanta rapidez que no permitimos que Dios trabaje a su tiempo, nos enfocamos tanto en tratar de arreglar solos nuestros problemas, en las cosas materiales y vanas, que no nos damos el tiempo de apreciar lo que Dios está haciendo en nuestras vidas, de cómo nos va reconstruyendo y preparando para las cosas grandes
Muchas veces al momento de darnos cuentas del obrar de Dios en nuestra vida, ya es demasiado tarde: Él ya ha hecho tanto por nosotros, ya ha caminado tanto tiempo a nuestro lado sin que pudiéramos notarlo… Claro, al ver todo el tiempo que hemos perdido sin poder disfrutar de su presencia quisiéramos recuperarlo, pero ahora nos toca mirar hacia adelante, buscarlo en esa forma sencilla y amorosa, como sólo Él se manifiesta, en lo que sigue en el camino de nuestra vida.
En Lucas 24:29 Dios sale al encuentro de sus discípulos y ellos le dicen: “Quédate con nosotros”. Él nos acompaña también a nosotros en nuestro camino, pero ya es una decisión personal si le decimos “quédate con nosotros” o simplemente lo dejamos pasar de largo...
Hoy quiero invitarte a que te quites la venda de los ojos y a que, poco a poco, empieces a ver el actuar de Dios en tu vida. Trata de ver y apreciar todo lo que vives como si fuera un milagro y no como algo cotidiano: el milagro de despertar un nuevo día (y no algo que simplemente debe de pasar); el milagro de tener un trabajo (y no la rutina de ir a trabajar).
Es en esas pequeñas bendiciones como Dios se hace presente en nuestra vida. También lo hace en la lluvia, en las estrellas, en los amigos, en la sonrisa del desconocido… Estás muy a tiempo de ver el sencillo pero maravilloso actuar de Dios en tu vida, no lo hagas cuando sea demasiado tarde.
“Tengo miedo de que Dios pase por mi vida y que pase de largo porque tengo miedo que no vuelva a pasar”, San Agustín.
Marifer Cadena. Estudiante, misionera y miembro de la Juventud Femenina de Schoenstatt. Soy una joven que trata de ir contracorriente y estoy convencida de que hoy más que nunca Dios necesita gente entregada para cumplir su misión.