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Creer para Entender


Definitivamente hay cosas que con el solo entendimiento no podemos comprender, pero el que no las entendamos no significa que no sean verdad; por ello es que como hombres necesitamos de la fe.

Hay tanto en la realidad que supera nuestra razón, por lo tanto la fe es lo que necesitamos para acceder y comprender todo aquello que se nos escapa. Una vida sin fe, es una vida incompleta.

Hoy no voy a explicar esto yo, hoy será el mismo San Agustín de Hipona quien con palabras magistrales nos hablará sobre la fe, vale la pena leer y meditar cada palabra…

“La fe es para el alma como para el árbol es la raíz sana, que absorbe la humedad y le hace fructificar.

La infidelidad, por el contrario, es la raíz de todos los males; es como la raíz de la zarza que presta jugo a la rama, pero sólo es para producir espinas.

La raíz del árbol tampoco tiene nada de agradable a la vista, pero dentro tiene el principio de su belleza.

He aquí un árbol magnífico, cubierto de hojas y de frutos; es tan hermoso, que no encuentras palabras para ponderarlo.

Mucho te gusta saborear sus frutos y sentarte a su sombra para descansar; con razón alabas toda esta hermosura. Si se te mostrase la raíz, no encontrarías en ella belleza alguna. No desprecies la humildad de las raíces, pues de ellas procede toda la hermosura que admiras en el árbol.

Grande es todo lo que tiene su principio en la fe; mas ¡cuántos son, por desgracia, los que hacen poco aprecio de esta virtud! También los que no entienden de edificación tienen en poco los cimientos del edificio. Se abre una zanja, que se llena de piedras toscas y sin labrar; ni están pulimentadas ni hermosura allí aparece.

Contemplas los cimientos y no te llaman la atención, y, en cambio, te produce admiración el edificio levantada. ¡Insensato! Lo que admiras procede de aquello ante lo que has permanecido indiferente.

Sin fe no te es posible orar, porque no puedes pedir aquello en que no crees.

Para demostrar esta verdad, es decir, que la fe es la fuente de la oración, y que el río no puede correr si se agota el manantial, añade el Apóstol: ¿Cómo invocarán a alguien en quien no creen?

Por consiguiente, para orar es necesario creer, y además es indispensable que ores para que la fe, base y principio de la oración, no desfallezca.

La fe engendra la oración, y ésta, a su vez, obtiene la firmeza de la fe. Y para que la luz de la fe no se apague o venga a menos en las tentaciones, nos dejó Nuestro Señor escrito: Vigilad y orad para no entrar en tentación.

Entrar en la tentación es como salir de la fe; y tanto prospera la tentación cuanto desfallece la fe, así como tanto la tentación pierde fuerza cuanto la fe la gana.

Una fe piadosa vive aun en medio de las tentaciones y borrascas del siglo. Aunque el mundo arrecie en sus golpes, la fe permanece intacta y firme.

Si quieres merecer el don de la inteligencia, empieza por creer, porque la fe debe preceder a la inteligencia, para que ésta sea el premio de la fe. Lo ha dicho explícitamente el Profeta: "Si no creéis, no entenderéis". Es necesario, por tanto, creer en la predicación sencilla y esperar a entender después mediante la discusión.

Hay hombres que no creen, y dicen que no entienden muchas cosas: es precisamente por faltarles la fe por lo que no entienden.

Adhiérete a la verdad por medio de la fe, para que puedas ser vivificado por la inteligencia.

Si no aceptas, resistes; y si resistes, no crees. ¿Cómo podrás ser vivificado, si existe en ti esa resistencia?

Rechazas el rayo de luz que te debe iluminar; y esto no es apartar la vista, sino cerrar los ojos.

Quizá tú digas: “Todos quieren entender y no hay nadie que no lo quiera; pero es menester que yo entienda para creer”.

Y yo te respondo: “Comienza por creer, y después entenderás”; porque la fe es una disposición para entender, y el entender es mérito de la fe.

Las Escrituras, los Profetas, los Evangelios y los escritos de los Apóstoles dan alguna luz sobre los misterios de la fe. Todos estos escritos, que periódicamente oyes leer en la Iglesia, son como antorchas que lucen en un lugar oscuro para enseñarte el camino, y alimentarnos el espíritu hasta que luzca el día. ¡Insensato! ¿Deseas subir y no quieres hacer uso de la escalera?

Si te pudiera mostrar todo lo que has de ver, no te exhortaría a creer. La fe es garantía de las cosas que se esperan y prueba de las que no se ven.

Dios te ha dado los ojos para gobernar el cuerpo y la razón para dirigir tu espíritu. Despierta, pues la razón de tu interior; haz que se levante aquel que es el habitador de tus ojos interiores, para que utilice sus ventanas y contemple las obras del Señor.

Dentro de ti hay alguien que ve por tus ojos; pero si diriges a otra parte tus pensamientos, haciendo que tu habitador se repliegue al interior, no ves lo que tienes delante de tus ojos. Es inútil en este caso que las ventanas estén abiertas, toda vez que se halla ausente el que ha de mirar por ellas.

No son los ojos los que ven; hay otro que ve por ellos; despiértalo y levántalo.

Abre los ojos de tu entendimiento y usa de ellos como hombre que eres; contempla el cielo y la tierra, el esplendor de aquel y la fecundidad de ésta; el vuelo de la aves, el nadar de los peces, la virtualidad de las semillas, el orden de los tiempos. Examina los hechos y busca el Hacedor. Mira lo que ves y busca lo que no ves.

Cree en el que no ves por las maravillas que ves.

¿Quién niega que es trabajoso el tiempo de la fe? En verdad que es trabajoso, pero a esta fatiga es proporcionada la recompensa prometida.

No seas perezoso en el trabajo cuya recompensa tanto deseas.

Adonde no llega la razón humana llega la fe; donde la razón pierde sigue avanzando la fe. Donde la razón no sirve, allí edifica la fe.”

Aunque cómodo, conformarse con lo que la razón nos muestra como evidente, es dejar a un lado, a propósito, tantas cosas bellas y grandes que escapan a nuestros sentidos.

No se ama lo que no se conoce…

Fuente: S. Agustín, Nos hiciste Señor para ti, BAC.

*Este post fue publicado anteriormente en el blog de su autora: elsasepulveda.wordpress.com. ¡Gracias por compartirlo con El Árbol Menta!

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