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Nuestra Historia de Amor


Había pasado años tratando de encontrar el amor por mis propios medios, sin éxito. A los 28, mi corazón ya no podía más.

Empecé a darme cuenta de que nada de lo que hiciera o dijera iba a funcionar, que no dependía de mi encontrar pareja.

Mi vida cambió radicalmente el día que le pedí a Dios en oración:

"Por favor, Señor, permíteme formar una hermosa familia en tu Santo Nombre".

El dolor y la frustración de querer casarme se convirtieron en esperanza y en hermosas expectativas cuando los puse en manos de Dios.

La paz fue regresando a mi corazón. Empecé a sanar, a disfrutar mi época de soltería, haciendo a un lado "ese pendiente".

No pasó mucho tiempo después de que hiciera mi petición al Señor. A los pocos meses apareció el compañero que tenía para mí :) La primera vez que lo vi, él estaba de visita en Monterrey, trabajaba fuera.

Un amigo nos presentó en la Iglesia (donde unos años más tarde nos casaríamos), antes de un ensayo de Coro. Fueron un par de minutos los que lo ví, pero sentí una cierta nostalgia cuando se fue (¿estaría el Espíritu Santo tratando de decirme algo?). No volví a verlo en meses. Lo siguiente que supe de él fue que regresaría a Monterrey y que se uniría a nuestro Coro. Nos hicimos amigos relativamente rápido. Platicábamos mucho por email de todos los temas posibles y más adelante, se ofreció a darme "ride" de mi trabajo al ensayo de Coro, dos veces por semana. Eran unas conversaciones larguísimas en el tráfico de Monterrey a las 6 de la tarde, así que tuvimos oportunidad de conocernos muy bien. Me llamaba la atención que fuera respetuoso, abierto y con un gran sentido del humor, era muy él, sin poses y disfrutaba de las cosas sencillas de la vida. Además tocaba el piano, se llevaba muy bien con sus papás y también ¡iba a Misa! (Bingo).

Un día, en temporada de peregrinaciones, invitaron a cantar a nuestro Coro en la Basílica de Guadalupe. Fue una experiencia hermosa.

(Aún no había profundizado en mi fe, pero ahora que reflexiono, puedo ver que Nuestra Madre de Guadalupe también estuvo presente desde el principio entre nosotros. Gracias Mamita por tu poderosa intercesión).

Al salir de la Misa, yo compré unas pulseritas/Rosarios de hilo y aunque no me animaba, sentí que tenía que darle una a él. Y así lo hice.

Luego, uno de nuestros amigos del Coro, vio entre los puestos una imagen de San Antonio y nos dijo a los dos bromeando: "Mi Nelly, un San Antonio" y me lo regaló.

(Es un momento que recuerdo con mucho cariño. Fue como si Dios nos diera otro empujoncito para vernos más allá del filtro de la amistad). Llegó un momento en el que nos veíamos casi a diario, y casi sin darme cuenta, mi corazón empezó a cambiar de sintonía. Más adelante supe que el de él también. Después de unos meses de aquel primer encuentro, nos hicimos novios y a los 3 años nos casamos y formamos nuestra pequeña Iglesia Doméstica, junto con nuestros hijos.

Sé que todo lo que estamos viviendo juntos es una bendición y lo agradezco cada día.

¡No puedo imaginar como sería mi vida hoy si no la hubiera puesto en manos de Dios!

Estoy convencida de que Él y el cimiento de nuestra amistad fueron los ingredientes clave de nuestra relación de noviazgo y lo siguen siendo ahora que estamos casados.

Un Matrimonio es un equipo junto con Cristo y cuando nos mantenemos en Su amor, en oración, en apostolado, en los Sacramentos, Sus dones se multiplican todos los días.

Más adelante les compartiré sobre nuestra Boda... :)

Nelly Sosa nació en Monterrey y es comunicadora, esposa y mamá católica homeschooler de dos niños que no dejan de sorprenderla todos los días. Su gozo por reencontrarse con Dios en un pequeño pueblo en Pennsylvania la inspiró a compartir sobre su camino de fe en El Árbol Menta. Cree firmemente que la Palabra de Dios, los Sacramentos y el apostolado cambiarán al mundo.

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