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Aventuras en Catholic Familyland


Cuando recién iniciamos con El Árbol Menta, me sentía la persona menos indicada/preparada para ser parte de esto.

Pero Dios no deja de sorprenderme... porque cuando nos llama para un proyecto, Él también nos capacita para desarrollarlo.

Con el paso de los meses, Él ha ido abriéndonos las puertas, a mí y a cada una de nosotras, para conocerlo mejor; nos ha enviado recursos de formación espiritual en todas sus modalidades (libros, conferencias, viajes, misiones y eventos que nos han ido dando la oportunidad de crecer en la fe). De verdad ha sido hermoso ver Su mano en todo esto...

En mi caso, por ejemplo, un día llegó un vecino a regalarme un Rosario de la Divina Misericordia (justo en la época cuando empezaba a leer el "Diario" de Santa María Faustina). Meses más tarde, sin esperarlo, terminamos platicando mi esposo y yo con el teólogo Scott Hahn, al final de una de sus conferencias (sus libros han sido clave en mi proceso de profundización en la fe). Luego, hace a penas algunas semanas, una buena amiga llegó con tres libros de Matthew Kelly para regalármelos, un día 'x', nada más por que sí (¿?).

Siguiendo esa línea de "diosidencias", este verano fui con mi familia a un lugar que nos gustó tanto a todos, que te quiero contar.

La invitación llegó de manos de unos buenos amigos. Fuimos con ellos al lugar donde han pasado sus vacaciones de verano los 10 últimos años... Se llama 'Catholic Familyland' y está en Bloomingdale, Ohio.

Ahí se realizan cada año los 'Holy Family Fests' (Festivales de la Sagrada Familia). Son Campamentos Familiares Católicos del Apostolado para la Consagración de las Familias (Apostolate for Family Consecration). Desde un año antes, muchísimas familias marcan su calendario para irse preparando y disfrutar de una semana alejados del ruido cotidiano (acampando o en una cabaña), enfocados en su crecimiento espiritual y en pasar tiempo de calidad.

Desde que mi amiga me contó más o menos en que consistía, me dio mucha curiosidad:

"El programa de la semana está súper bien balanceado. Por un lado hay Misa diaria, conferencias de buen nivel para adultos y jóvenes en las mañanas, Adoración al Santísimo, confesiones. Además de eso tienen actividades estilo curso de verano (para los más chiquitos), torneos deportivos, fogatas, paseos a caballo y alberca".

-¿Una semana completa de formación y diversión en familia, conviviendo con otros matrimonios con la misma visión para sus familias? -¡Sí!

Le dije a mi esposo que quería ir a conocer el Campamento. Y motivados por todas las cosas positivas que nos habían contado, hicimos planes para pasar un día ahí.

Empezamos de la mejor forma, con Misa, a las 10 de la mañana. Éramos cerca de 900 personas de diferentes lugares de Estados Unidos y probablemente de Canadá y México (nosotros, por lo pronto), reunidas para celebrar la Eucaristía de arranque de semana.

La Misa estuvo bellísima y al final hubo bendición con el Santísimo y Adoración Eucarística. No sabíamos cómo iban a reaccionar los niños (4 años y 9 meses) al ver que la Misa se estaba alargando, pero, ¡lo logramos! Estuvieron muy tranquilos y nosotros disfrutamos.

Al terminar la Misa fuimos a conocer el lugar. Luego hicimos picnic en una área sombreada muy agradable, el clima por cierto estaba perfecto (en esta zona el verano es muy corto, así que los días de calorcito son dignos de resaltarse). Ahí conocimos a varias familias que nos contaron por qué el Campamento ha sido de gran ayuda para la formación de todos sus integrantes y anécdotas lindas de sus viajes.

Mientras platicábamos dieron las 3 de la tarde y la música en el sonido local se detuvo. Éste fue uno de los momentos más significativos: quienes traían su Rosario lo sacaron y todos rezamos, niños, jóvenes y adultos, desde el lugar en el que estábamos (unos en el área de picnic, otros en la alberca, haciendo fila en la tiendita, etc), la Coronilla de la Divina Misericordia. (¡Sólo puedo decir que mi corazón estaba sonriendo y llorando de emoción a la vez!).

Otra de las cosas que más me gustaron del Campamento fue la pequeña Capilla que tienen justo en medio del área recreativa. Siempre está abierta y además hay confesiones todo el día. Cuando entramos había gente de todas las edades haciendo oración de diferentes formas: escribiendo en su diario, leyendo un libro, rezando el Rosario... Fue una experiencia muy emocionante.

Al estar ahí le agradecí a Dios hacerme sentir en casa y poder conocer a otros "compañeros de viaje". De verdad que ver a estas personas en acción me hizo muy feliz... Tal vez porque fue un recordatorio de que somos una gran familia repartida alrededor del mundo, pero unida por el corazón a través de la fe Católica.

Llegaba la hora de despedirnos y terminamos la visita, como es debido, en el área de juegos. Había un laberinto enorme, que le encantó a nuestro hijo mayor, obvio tardamos un rato para sacarlo de ahí :) Nuestra pequeña, por su parte, primeriza en el columpio, no dejaba de sonreír al sentir el aire en su carita.

Fue un día hermoso. No nos queríamos ir, pero estábamos a casi 2 horas de casa. Nuestros corazones se fueron de ahí deseando más. (Quién lo iba a decir, hace 10 años jamás me hubiera imaginado los planes que el Señor tenía para mi, para nosotros... pero esa es otra historia que ya te contaré más adelante).

Uno de los reviews en Google dice así: "Es como Disneylandia, la diferencia es que de ahí uno sale quebrado y vacío". Muy cierto... ¿qué tal invertir en unas vacaciones que llenen el corazón de toda la familia y que nos encaminen a vivir en santidad?

Nos gustaría vivir el Campamento una semana completa. No hubo nada que no nos gustara. Nos sentimos en paz, como si nada nos preocupara, como si a todo mundo conociéramos...

Es que, de veras, hasta podría decir que estar en este lugar fue una probadita de cielo.

(Les debo las fotos, estaba tan emocionada que se me olvidó tomar más. La de hasta arriba es de la Capilla, pero no creo que le haga justicia, fue mucho más que lo que se ve :) Para más detalle de los Holy Family Fests y videos, te recomiendo visitar su sitio).

Nelly Sosa nació en Monterrey y es esposa y mamá católica. Su reencuentro con Dios en el campo y su gusto por escribir la trajeron a El Árbol Menta. Cree firmemente que la oración y el apostolado pueden cambiar al mundo.

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